Tiene 79 años de edad, de los cuales 70 lleva en el comercio informal. Empezó a los 9 años vendiendo chicha de maíz en baldes, a 10 centavos de sucre el vaso, recuerda. Ese producto lo preparaban sus padres, Segundo y Justina, y él los ayudaba con la venta.

También aprendió un poco de mecánica y de gasfitería, oficio que le permitió trabajar, aproximadamente en 1970, en el desaparecido IEOS (Instituto Ecuatoriano de Obras Sanitarias) durante 10 años. Allí laboró principalmente en la instalación del acueducto desde Paján hacia Jipijapa, para abastecer de agua a esta ciudad.

Pero esta labor en dicha institución no lo apartó del negocio informal, pues lo seguía realizando en sus horas libres o le ayudaban sus hijos en las ventas. Recuerda que la preparación del jugo de coco se la enseñaron unos amigos del cantón Santa Ana. Con este pequeño negocio ha logrado educar a sus siete hijos muchos de los cuales ya son profesionales en varias ramas.