El hecho se dio este jueves en la localidad iraní de NoshahrIrán, y fue captado en una serie de fotografías por Arash Khamooshi, de la agencia de noticias ISNA

Balal, de 20 años, estaba condenado a muerte por asesinar a Abdollah Hosseinzadeh durante una pelea callejera en la ciudad de Royan. El crimen se dio en el 2007, cuando Balal tenía sólo 13 años, y su víctima 18. 

Ya con la soga en el cuello y los ojos vendados, Balal estaba a punto de ser ejecutado, cuando la madre de Abdollah, llamada Samereh Alinejad, irrumpió en el lugar y lo abofeteó. 

Según el diario inglés The Guardian, la cachetada es un signo de perdón en Irán, por lo que el joven fue liberado de la soga y pudo reunirse con su famiia.

Luego de esto, la madre de Balal abrazó a la madre de la víctima. Las dos lloraron desconsoladas. Una porque perdió a su hijo y otra porque la vida del suyo había sido perdonada.

Asimismo, Balal lloró tras el gesto de clemencia, al igual que algunos de los presentes, quienes también aplaudieron.

"Soy creyente. Antes de conocer la sentencia de muerte soñé con mi hijo. Me dijo 'estoy bien donde estoy y estoy tranquilo' y todo el mundo me pidió que conceda el perdón", dijo la Samereh. 

En Irán, el segundo país con más ejecuciones públicas después de China, la ley permite a las familias de las víctimas participar en la ejecución de los condenados dando el empujón final a la silla del ejecutado. Pero la familia de Abdollah Hosseinzadeh decidió hacer todo lo contrario.

Según la ley islámica, un condenado a muerte puede evitar la ejecución y cumplir su condena en prisión si es perdonado por la familia de la víctima, que recibe una compensación de un millón y medio de riales (50 mil dólares).