Más respondón y activista que nunca, Stone comenzó su participación con una conferencia sobre las coproducciones cinematográficas chino-extranjeras diciendo que la mayoría de los filmes entre varios países "son una basura, con horrorosos diálogos, castings y actuaciones".
"Amo a los actores chinos, pero cuando intentan actuar en inglés es difícil para ellos porque no significa lo mismo (...). No cambiéis para convertiros en cine americano o comercial", dijo Stone, quien también habló sin pudor del problema de la censura en la industria cinematográfica china.
"Desde los años noventa he tratado tres veces hacer cine aquí, y las tres me he dado contra un muro", se quejó, y recordó, por ejemplo, que trató de contar en un filme la historia de una joven que en la época de la Revolución Cultural descubría el amor homosexual, "es decir, hablar de todo aquello de lo que huye China".
Y en 2008, se enfureció cuando le pidieron participar en un documental para los Juegos Olímpicos de Pekín que decidió confeccionar a base de cientos de retratos a ciudadanos de la capital, pero altos cargos chinos le pidieron que quitara ciertos rostros porque "no daban una buena imagen de China", lo que le hizo abandonar su participación en el comité organizador.
También se quejó de que Mao es deificado en decenas de películas chinas, pero que debería de ser hora de que en China se trate su papel en la catastrófica Revolución Cultural.