Pero cuál no sería mi agradable sorpresa, que en la tarde del domingo en compañía de Miguel Camino estaban conociendo mi casa personalidades del mundo del bambú.

Una de ellas, a quien desde hace muchos años quería conocerla, Ximena Londoño, una profesional que se ha entregado por completo a la investigación de esta gramínea y fruto de esto tiene una gran producción científica;   a Luis Felipe López y Héctor Fabio Silva de la Sociedad Colombiana del bambú, a Álvaro Cabrera y Paulina Soria de la Red Internacional del Bambú y del Ratán (INBAR); a Isaac Morán, un artista dedicado a plasmar en papel de arroz las múltiples formas de la caña con la técnica del sumi he; a Alex Boyer de Corporación Boyer del Perú ; y a  Jorge Morán Ubidia, quien ha dedicado su vida a investigar las múltiples bondades del bambú en la construcción, a hurgar en el pasado los infinitos usos que el campesino dio a la “caña brava” y a la “caña mansa”; a viajar por el mundo exponiendo orgulloso las experiencias de nuestra cultura en el manejo de la guadua. 

Quienes conocen mi hogar saben que he tratado de ser coherente con mi discurso, mi casa es como un santuario de la guadua, pero además de objetos muy relacionados con la identidad chola y montubia manabita. 

Allí estábamos reunidos un grupo de almas que sintonizábamos con este elemento tan noble de la naturaleza, compartiendo vivencias, recuerdos de lo que hicimos.

Pero también comprometiéndonos a seguir en ese camino de hacer posible el respeto a lo nuestro.

El lunes nos unimos al homenaje que le rindió INBAR y la ULEAM a Jorge Morán,   un acto sencillo pero muy significativo, como lo ha sido y seguirá siendo Jorge Morán.

Hombre de palabra y comprometido con el desarrollo sostenible de los pueblos, convencido que la guadua es la madera y material del futuro para todo tipo de construcciones y muebles.

Y, sobre todo, generadora de trabajo para el hombre del campo.