Es que de veras, mucho me llama la atención que este señor desde hace rato, casi todos los lunes sea mi vecino en las páginas de este matutino que hospeda nuestras semanales notas editoriales, y convencido estoy que a él -igual que a mí- no lo anima remuneración alguna sobre esta gran responsabilidad; peor aspiración de rédito personal producto de esto; tampoco tengo duda de que lo que compartimos e impulsa es el ferviente deseo de vivir en una sociedad que cada vez sea mejor, que partiendo de la justa administración de justicia (no es redundancia)  termine en la mesa, en el “buen vivir” de cada ciudadano; esto, con el correcto manejo de todo lo público beneficiando a la comunidad, ya que una vez más menciono la máxima que proviniendo de mi padre ha dominado cada momento de mi existir: “Somos lo que es la sociedad en que vivimos” y Walter comparte esta idea y sus derivaciones. Cada semana leo sus letras, con las que en gran parte coincido; además, con las mías tienen como denominador común ser constructivas y valientes, porque para expresarse públicamente hay que tener una buena dosis de ese atributo ¡peor siendo un banquero! Por eso valoro sobremanera la vecindad que con él mantenemos en “El Diario”, ya que con esta labor periodística -tan devaluada por malas actuaciones e intereses de muchos- con riesgos y todo, cumplimos con nuestras positivas convicciones sociales, ejerciendo así la suprema actividad de servicio ciudadano: La política. En todo caso, estimo que aunque así no se lo considere, con nuestras publicaciones estamos realmente ayudando al cuidado de lo bueno -poco o mucho- que este actual y necesario proceso revolucionario ha traído en beneficio del Ecuador; por lo que públicamente exhorto a quien me he referido, que con su experiencia de banquero, pero más que nada como un portovejense amante de su ciudad, provincia y patria, mientras pueda, no deje de escribir y publicar su aporte social.