M ás allá de la presencia de noveles candidatos, muchos de los cuales realmente anhelan participar en la administración pública con verdaderos deseos de contribuir al desarrollo de su comunidad, quienes dejando a un lado su exitosa carrera de profesionales o empresariales han accedido a la invitación de ser partícipes en la contienda electoral que se avecina, con el resto la partidocracia ha reaparecido. I bien se pudiera decir que esta no ha estado muerta, sino que andaba de parranda, porque su arrolladora y masiva presencia es por demás  notoria. La avidez de volver a reciclarse en el manejo de la cosa pública los induce a crear un marketing electoral, muchas veces creativos, pero siempre de altos costos, saturando el ambiente de propaganda, donde ofrecen el oro y el moro, omitiendo el decir el por qué no lo hicieron antes.

Basta el recorrer los cantones de esta provincia para palpar que los candidatos, en su gran mayoría, o buscan la reelección o ya han sido partícipes en épocas anteriores del manejo de la cosa pública, lo que se constituye en el verdadero motivo para lograr este sonado anhelo. Mucho más ahora, que la contratación de obras se la realiza a dedo, imponiendo precios y condiciones acordes al interés de los administradores.

Y para muestra un botón. Solo hay que mirar en Portoviejo, cómo el bienestar de la colectividad a nadie le importa, la planificación en la ejecución de trabajos para causar en lo posible menos trastornos en la ejecución de obras quedó de lado; lo que interesa es contratar por los réditos que ésta da ante la vacancia de los organismos de control. Y el caos es pan de cada día. Y bienvenido al aspirante que con verdadera experiencia anhele el retorno para mejorar las condiciones de vida de sus vecinos; y de hecho que en el escenario electoral que se avecina sí aparecen algunos con este perfil. 

Y es de desear que la maquinaria electoral que los patrocina no tenga incidencia en su plan de trabajo, y las condiciones pactadas para conseguir su apoyo no sólo busque el recuperar su gran inversión con onerosos intereses, sino que cumpla con sus ofertas de campaña.

Lo que también resulta evidente es que para nada existe el espíritu de cuerpo en las listas de los candidatos; la filosofía de los partidos políticos que los auspicia, para la gran mayoría resulta desconocida. La modalidad del proceso de selección vigente que ha impuesto el Consejo Nacional Electoral los motiva a que cada cual “baile con su pañuelo”.

Y eso sí, nadie contradice para nada el modelo de gobierno del Gran Comandante; todos los candidatos ofrecen acoplarse a su gestión.