Walter Mitty es un tipo más que normal, cuarentón, silencioso y gris, de esos a los que basta mirar una sola vez para saber que nunca le robaron un beso a nadie, que en sus exámenes de sangre sobra rutina y faltan aventuras. Y bueno, esta es la historia de sus primeras aventuras, un poco exageradas e increíbles queriendo decir con esto que resultan difíciles de creer; como dice uno de los personajes hacia el final de la cinta, “te veo y parece que Indiana Jones se mezcló con el vocalista de los Strokes”. Y quizás el exceso de fantasía y efectos especiales colabore con el desapego que tarde o temprano viaja de la pantalla a las butacas, pero el buen Walter tiene algo a su favor: está tratando de subirle el volumen a su voz interior, de mejorar su biografía mientras aún le quedan páginas en blanco y en esas, más o menos, estamos todos, ¿no? Pienso en una frase del libro Los jardines de Kensington, del escritor argentino Rodrigo Fresán: la clave para una gran vida está en inventarse primero a uno mismo y recién después a los demás… la mayoría de las personas lo hacen al revés… y se mueren sin haber sido nada más que visitantes a un museo cuando podrían haber optado por ser obras de arte. Cuando encontramos a Walter está en la dura transición de turista en museo a obra de arte. No es fácil, pero ahí está Ben Stiller, director y protagonista de la película, cargado de buenas intenciones como siempre, empujando desde la vanguardia apta para todo público las causas del héroe que ha decidido interpretar en esta ocasión; y ahí está la cada vez más hermosa Kristen Wiig, encantadora desde el principio, una pelada tan bacán que evidentemente es producto de la ficción y nada, te enamoras igual; y ahí están, también, Sean Penn y su personaje, un aventurero de verdad, un hombre sin celular ni laptop que detona la búsqueda, esta sí increíble, que conduce a Walter a lo largo y ancho de la cinta y de paso nos va llevando hacia nuestro propio reflejo.
Y sí, exagero, el año recién empieza y quiero ser optimista mientras pueda y esta película me ha hecho sentir que hay cosas allá afuera que debo salir a buscar. Aunque 2014 suene a mucho, no es tanto: por lo menos no demasiado tarde.