Así se lo consagra en la Constitución vigente, aprobado en plebiscito; queremos se respete el derecho a la libertad de expresión, en forma ineludible “nadie podrá ser molestado por lo que piense u opine”, en concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por las N.N.U.U. en 1948, declaración de la que es signatario el Ecuador.  En esto no debe haber término medio, debe respetarse la libertad de expresión difundida por medios hablados, escritos, televisivos o en las redes. Esto es consustancial con el vivir en democracia.

Queremos un país donde se respeten los derechos de libre asociación, sin injerencias seudo legales, que no se criminalice los reclamos y protestas ciudadanas e igual los derechos de los pueblos ancestrales sobre las tierras comunales de costa y sierra, así como la gran reserva forestal y ecológica de la milenaria amazonía, que no solo es el hogar natural de aborígenes ya incorporados a la nación, como también el refugio de pueblos no contactados cuya vida y costumbres no pueden ser puestas en peligro.

Queremos un país donde los recursos de la riqueza petrolera, que no son infinitos, garanticen por largos años la salud, educación, subsistencia, movilidad y el saneamiento ambiental, con agua, luz, energía que signifiquen el buen vivir colectivo.

Queremos un país donde se apoye y proteja la gran capacidad productiva agropecuaria de millones de campesinos cuya labor ha permitido que nuestro pueblo subsista y avance antes de tener el petróleo, contando con ese capital que es la tierra, que laboriosas mujeres y hombres lograron sea factor de alimentación para todos los ecuatorianos. 

Un país que armonice el trabajo y el capital para crear empleos al que aspiran miles de jóvenes, todo por trabajo ecuatoriano, coraje ecuatoriano, ideas ecuatorianas, que no aceptamos que se trate de imponer dogmas por la fuerza y no con el razonamiento democrático. 

¡Feliz Año Nuevo!