Realmente, que analizar en pocas líneas todo lo que ha hecho la humanidad por la defensa y la inviolabilidad de sus derechos, demanda de mucho espacio, la misma que ha costado y costará, parafraseando a Winston Churchill, “sangre, sudor y lágrimas”.
La esclavitud es la forma más ignominiosa de explotación del ser humano, cuya opresión emana del abuso inmisericorde de los que ostentan el poder.
Traemos a colación el tema a propósito de las nuevas leyes en vigencia en Ecuador, cuyo único fin es coartar los derechos a la libertad, a la dignidad y a la democracia, como está ocurriendo con los catedráticos en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, que en vez de darles la libertad para pensar, para enseñar, dinamizar y diseñar nuevas formas de investigación, se los somete a los más denigrantes controles de asistencia al colocar dispositivos biométricos, videocámaras y hasta ojos de águila, como si se tratara de cárceles de máxima seguridad.
Entonces preguntamos, ¿en qué beneficia un sistema de control torturante en el docente para el proceso de enseñanza aprendizaje y para los fines de evaluación, acreditación y aseguramiento de la calidad de la educación superior? ¿De qué caverna salió el iluminado al creer que encadenando a los profesores hay más investigación y producción de conocimientos?
Estos métodos más bien son aplicables a quienes ejercen otras actividades laborales más no al hombre universitario, que a decir de Luis Cueva Carrión, “debe poseer alma de artista para poner de manifiesto la belleza de la vida encerrada en el saber, para difundirlo con elegancia y donosura e inflamar de optimismo el pecho juvenil de sus alumnos” cuya filosofía sería difícil practicarla, ya que los catedráticos estamos aferrados a la tiranía de las manecillas del reloj y corremos temerosos hacia la cámara biométrica, por mero cumplimiento, es decir cumplo, pero miento. Las actividades docentes que responden a las exigencias de la Ley de Educación Superior, como maestrías, doctorados, coloquios, Ph.Ds., conferencias, congresos, debates y capacitación profesional, están más allá de un horario laboral. En tiempos de la ciencia, la investigación, la innovación y la tecnología. Preguntamos: ¿es el catedrático universitario, un esclavo o un libre pensador?