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El papa Francisco lloraría
El papa Francisco lloraría
Por: Theo Rodríguez

Jueves 26 Diciembre 2013 | 04:00

Mientras el papa Francisco, se esfuerza en expresar su sufrimiento por “la tragedia del hambre en el mundo”; e insistir en “dar de comer a los hambrientos”, una inhumana costumbre diaria que se realiza en la ciudad de Nueva York, lo haría llorar sin consuelo, si él pudiera comprobar cómo se desperdician miles de alimentos que tanto necesitan los pobres.

Fue lo que me sucedió, cuando a mediado de los ’80, hice una denuncia en el noticiero de televisión donde laboraba, con relación al gran desperdicio de cientos de galones de leche, y jugos naturales, con miles de frutas, y alimentos preparados o cocinados, que a diario son servidos gratuitamente, en el horario fijado para el desayuno y almuerzo, en los comedores de las escuelas públicas de nivel primario en la ciudad de Nueva York, los que con son arrojados por los escolares a enormes latas de basura sin ser degustados o tocados por los estudiantes.
Ante la embarazosa situación para el gobierno municipal, el alcalde neoyorquino, Edward Koch, respaldo mi denuncia, y dispuso una investigación oficial, para solucionar el problema, que también enardeció a los grupos que luchan por la humana protección de los más necesitados.
A los dos días, el alcalde Koch, me invito a una reunión privada en su oficina, donde me expreso su frustración y disculpa, al mostrarme el impredecible resultado de la investigación oficial, en el que le informaban que de acuerdo a las leyes de sanidad, de la ciudad y el estado de Nueva York, nadie podía evitar el desperdicio de esos alimentos, por tratarse de un delicado asunto que atentaba contra la salud pública.
Aun  mas, en el informe, se destacaba que ninguna autoridad podía autorizar la donación de esos alimentos a los pobres, sin ser nuevamente procesados e higiénicamente empaquetados, a un costo millonario, para eliminar posibles bacterias, y evitar alguna demanda en millones de dólares, si alguien se llegara a enfermar tras ingerir los alimentos. Para colmos, 30 años mas tarde, las grandes cadenas de restaurantes de comida rápida han aumentado en Nueva York. y todos continúan arrojando toneladas de alimentos a enormes contenedores de basura, para cumplir con la ley de sanidad. Por eso afirmo, que si el papa Francisco, pudiera ver con sus propios ojos lo que a diario vemos en Nueva York, lloraría sin consuelo.  
 
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