El viernes anterior fue trágico. Un accidente de tránsito ocurrido en la vía
Manta-San Mateo dejó seis personas muertas.
Entre las causas del accidente no se descarta la imprudencia del conductor de uno de los dos vehículos protagonistas del percance.
A eso me quiero referir: a la imprudencia.
Según las estadísticas, la imprudencia y la impericia en el país representan el 45 por ciento de las causas de los accidentes de tránsito del país.
A diario observo vehículos de todo tipo cuyos propietarios les han instalado imágenes religiosas, creyendo que con eso están protegidos de cualquier eventualidad en el camino.
Nada más lejos de la realidad.
Conducir un carro no es cuestión de fe o encomendarse a Dios y sus santos.
Si una persona no maneja a la defensiva, controlando los límites de velocidad y respetando las normas de tránsito, no habrá santo o virgencita que lo salve de una desgracia en las vías.
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