Según el hombre, los dos policías que laboran en la carpa, que en el sector se ubica, ha contribuido para que pase de ser una zona conflictiva a una zona segura.
“No podemos decir que no existen robos, pero si se puede caminar tranquilo y no como antes que enseguida nos metían las manos a los bolsillos”, dice.
Ruth Maquilón se dedica a la venta de arroz desde hace tres años y dice que en ese tiempo, pocas han sido las veces en las que ha visto que la delincuencia haga de las suyas en el sector.
La mujer se dedica a la distribución de arroz. Para ella la zona es tranquila, en comparación con su natal catón Ventanas, de la provincia de Los Ríos.
Pero si las personas pasan a salvo, los bienes públicos al parecer no.
El robo constante de tapas y rejillas de alcantarillas mantienen en zozobra a los moradores y comerciantes del sector.
Juana Calderón dice que los huecos que deja este tipo de robos perjudica a los vehículos que por ahí transitan.
“He visto que varios carros y motos han caido a los hoyos y antes gracias
a Dios no han existido accidentes que lamentar”, menciona.
En el sector de la calle existen más de 18 locales comerciales y en su mayoría coinciden con el mismo inconvenientes, al cual se suman los huecos de los adoquines hundidos, pero esa ya es otra historia.