Esto por las propias del medio en que se desenvuelven, proclive al impacto incontrolable de lluvias intensas y períodos de imprevistas sequías,  falta de luminosidad, los vaivenes de temperatura y humedad atmosféricas, la presencia de plagas y enfermedades de difícil control, la irracionalidad del mercado con súbitas y a veces manipuladas  fluctuaciones que envuelven en un manto de incertidumbre los resultados, indiferente de los esfuerzos entregados.

Pero como si esto fuera poco, que ya es inmenso, se suma un factor negativo que es el denominado Riesgo País, artificioso índice creado para calificar situaciones políticas, crediticias y comerciales, propias de cada nación.

Este elemento de análisis es periódicamente publicado por el Banco Central, que señala, por ejemplo, al 4 de noviembre 522 puntos, uno de los más bajos de los últimos períodos, refleja estabilidad social, controlada inflación y otros positivos indicadores económicos. 

De acuerdo con expertos en la materia ese nivel equivale al 5,22 % y se aplica como medida del castigo que hay que imponer a las operaciones financieras especialmente a las crediticias de las empresas privadas, como la importación de insumos empleados en las actividades agrícolas, casi en su totalidad traídos del exterior, que requieren como medio de pago las denominadas cartas de crédito, emitidas por los bancos locales, confirmadas por sus corresponsales en el exterior. 

Conocimos un caso muy concreto de una compra del popular fertilizante urea, utilizado en casi todos los cultivos, pactada como forma de cancelación crédito a 180 días, a través de un documento bancario local que tuvo dificultades para su confirmación con su corresponsal externo precisamente por ese riesgo país. 

Pues bien, la transacción no pudo concretarse porque el vendedor exigió una tasa de interés del 9% anual, cuando el nivel internacional es mucho menos que la mitad y en Europa acaba de reducirse a 1,25 %, argumentándose un grado de inseguridad nacional, que a todas luces no existe, pero estigmatiza ese peligroso indicador.

De haberse importado en esas condiciones hubiese significado un precio por saco de urea mucho más caro que impactaría los ya altos costos de producción, afectando además la competitividad nacional en los bienes de exportación, lo cual nos lleva a la conclusión que el riesgo país perjudica directamente al sector agropecuario por el encarecimiento de los insumos que obligatoriamente necesita.