El aporte crediticio de la Corporación Financiera Nacional (CFN) también se ha hecho  presente a través de operaciones a no menos de diez años plazo, con cuatro como término de gracia, que se requiere mientras se efectúa el plantío  y las primeras cosechas; asignando  recursos suficientes como para emprender en nuevas siembras o mejorar las existentes, el resultado ha sido tal que en el último período se contabilizó una cosecha  de 510 mil toneladas, de las que se exportaron 280 mil que dejaron divisas en orden de 300 millones de dólares, desde luego muy distante a los 2.100 millones que entrega el banano a la nación. Se estima que todavía hay muchas áreas por desarrollar como para llegar en el inmediato futuro hasta un millón de hectáreas, si el empuje empresarial se propusiese.

Sin embargo, el entusiasmo se estrella con la realidad de las leyes  del mercado, que acusó hace pocas semanas un declive en la cotización internacional  FOB, reflejándose en el pago interno a los cultivadores, al punto que llegó a cuantificarse apenas en 125 dólares por tonelada de fruta, aun cuando los niveles han vuelto aparentemente a su normalidad, contrariando los  vaticinios que señalan continuará el declive derivado de la fuerte producción de Indonesia y Malasia, que se hará sentir hasta abril del  2014. Este vaivén nos remonta a los años 2011 y 2012, cuando rigió un valor de USD. 220 al palmicultor, mientras las transacciones de la semana pasada marcaron 758 dólares FOB, que derivó en pago al agricultor de 128 dólares tonelada.  Se ha señalado como un gran error eliminar el fondo de estabilización del precio de la palma africana, alimentado por la iniciativa privada, que funcionó a las maravillas en años anteriores y compensó estas bajas, que pensamos serán temporales por la tendencia alcista del consumo mundial.