Sin duda alguna el señor Nebot, la señora Viteri y los demás corifeos que defienden su terruño están en todo el derecho de hacerlo, pero no violentando el anhelo de un pueblo sufrido por la interferencia que gracias al poder político y económico que tiene la ciudad de Guayaquil la sufre una ciudad pujante, trabajadora e innovadora a la que se la puede llamar la ciudad que cambio la matriz productiva y dio el valor agregado a la producción agrícola de la provincia.  Su algodón a las textileras, sus semillas oleaginosas como la del algodón, la palma africana, la higuerilla, el piñón, para la elaboración de aceite comestible, jabones, margarina, velas, el bio-diésel, aceites finos para cosméticos.  El café también se lo industrializa, la tagua transformada en  famosos botones usados en la alta costura, el atún y la sardina en enlatados para el mercado internacional y nacional y la paja toquilla en los famosos Montecristi, el cacao se lo semi elabora y se lo vende a  los que elaboran y nos venden los ricos chocolates. 

Este es el Manta que vapulean y lo quieren rezagar a un simple puerto pesquero y de turismo en vez de un puerto de uso múltiple que ayude a la economía de la provincia . Mientras tanto la calma que desorienta y humilla y viene por parte de los líderes manteses, que recién despiertan de su larga siesta y convocan a una asamblea.  Los que reemplazaron a los cafetaleros, los nuevos barones de la economía mantense, los atuneros y los industriales, que  ante la cachetada del alcalde en mención, parecen dar la otra mejilla, por lo que surge una pregunta: ¿Por qué?