Esto es, quizás, una vez que todos y todas los ecuatorianos y ecuatorianas, que lo hemos discutido, estamos mínimamente de acuerdo, siendo ésto un gesto de real justicia porque hay otras partes de la sociedad ciudadana que más busca “castigar” al adulto mayor, al jubilado como ser.
Por ejemplo, que desde una determinada edad (55 años) ya no es sujeto de crédito, no tiene derecho a un trabajo remunerado, se lo obliga a jubilar obligatoriamente; y nunca a los economistas se les ha acordado preguntarle o preguntársele si la pensión jubilar o los subsidios y exoneraciones les alcanzará para vivir dignamente.
Si bien es cierto que en algo se ha avanzado en cuanto al respeto, consideraciones y reconocimientos al adulto mayor, todavía falta mucho por hacer, como por ejemplo, hijos y nietos abandonan a los “ancianos”; se nos trata con cierta displicencia y parte de la sociedad y el Estado no valoran a los adultos mayores; y, peor, por parte de la sociedad capitalista y consumista a este ser que puede aportar con su experiencia y sabiduría.
Se valora “solo” el supuesto dinamismo, agilidad, destreza y alta producción y productividad de la juventud, hecho que yo también reconozco; pero que se deja de lado el aporte y vida que nos legó aquel anciano o adulto mayor, culpándolo más bien de todo lo malo que es capaz de generar en la sociedad, el género humano.
De lo expuesto, y como parte ya del gremio, rindo mi más sincero homenaje a los compañeros que hoy tuvieron la suerte de alcanzar “una jubilación” y no ser “cargas” para su familia y la sociedad. Y a los ancianos o adultos mayores que no alcanzaron la jubilación, pedirle al Estado y la sociedad exigirle que no los abandone a su suerte; que recordemos que a ellos les debemos bastante, no solo la vida, las experiencias y que nunca se les ha pagado como merecen. Por lo tanto, les quedan debiendo.