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Juventud y política
Juventud y política
Por: Jacinto García Delgado

Martes 13 Agosto 2013 | 00:00

Así de sencillo... Si es la juventud la que forma o se incorpora a los partidos políticos. Basta recordar que los hombres que lucharon en Pichincha por nuestra independencia fueron jóvenes; el mayor de ellos, Sucre, tenía veintiocho años de edad; Córdova, veinticuatro; y Abdón Calderón, dieciocho.

Contexto que nos lleva afirmar que el joven ecuatoriano y manabita tiene que mantener su inteligencia libre, no en el sentido de no comprometerla con las grandes causas, sino en el de jamás esclavizarla en la adoración del ídolo del día o de la frase hecha con sectarismo. 
También se ha hablado de lo peligroso que resulta la intervención de la juventud en la política. El peligro no está en esta intervención explicable y más bien necesaria, sino en que pueda seguir caminos erróneos o desviados, recogiendo teorías que proviniendo de otras realidades resulten inaplicables a la nuestra.
Así mismo, hay que derrumbar los muros del aislamiento que separa a la juventud de las organizaciones políticas; para lo cual se debe realizar congresos, simposios, seminarios donde se discuta el principal problema nuestro. La desorganización lleva al caos. 
Por otra parte, si los directivos confieren una credencial partidista que lo habilita para el ingreso de la institución, resulta inquietante que le cierren las puertas que exhiben como la panacea y que los han de guiar por el conocimiento y la verdad en el campo moral e intelectual, produciéndole frustración al afiliado y condenándolo a no lograr todas sus reivindicaciones. 
Razón por la cual deben dar a nuestra juventud una seria y profunda educación política que les permita ser mañana los verdaderos estadistas y conductores de una nueva  sociedad. Y la mejor respuesta que pueden darle entonces es creando “bibliotecas políticas”, con directivos que demuestren no solo una alta capacidad y eficiencia para el ejercicio de su cometido, sino una conducta de ética irreprochable y ejemplar, porque ello  servirá para dignificar y mejorar las filas del partido político. 
Sin dudarlo, ningún cambio estructural sería suficiente sin este presente ordenado, creador y fecundo, que lo dirija a estar de acuerdo con la realidad del país y las necesidades de su desarrollo. 
Reflexionando: Los políticos deben sentir el orgullo de ser ecuatorianos y manabitas, si incorporan a la juventud que ha demostrado conocimientos transparentes en sus múltiples manifestaciones. 
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