Al no conocerse con seguridad el motivo de la medida, la ejecución de la misma amplía el interrogante de lo que sucede al interior del IESS, puesto que uno de los mayores reclamos de los afiliados es la demora en la atención hospitalaria, dándose siempre como respuesta la falta de personal.
Sin embargo, son noventa las personas despedidas solo en el hospital de Portoviejo, generando malestar porque las labores que estas realizaban se quedaron truncas, a la espera de que los reemplazos lleguen, si es que los hay.
Y en el caso de médicos, los pacientes con tratamientos tendrán que ser nuevamente evaluados, pues el nuevo galeno querrá saber por sí mismo que sucede con el afiliado.
Al desconocerse el por qué del apurado cambio, debemos esperar que con la misma celeridad se designe a sus reemplazos.
Por su parte, la clase afiliada del país debe evaluar con seriedad cómo se administran sus aportaciones, y estar lista a demandar las correcciones que sean pertinentes cuando la situación lo amerite. Después de todo, ella es la que hace posible la existencia del IESS y, concomitantemente, del sustento de sus funcionarios.