Actualizado hace: 931 días 6 horas 13 minutos
Rosa Dalia Cevallos
Fantasmal libertad

L a lluvia de críticas adversas, frente a criterios favorables emitidos a través de campañas televisivas sobre la esperada y temida Ley de Comunicación, reafirman que la libertad absoluta parece una fantasía de la mente humana. x

Lunes 12 Agosto 2013 | 00:00

 L a lluvia de críticas adversas, frente a criterios favorables emitidos a través de campañas televisivas sobre la esperada y temida Ley de Comunicación, reafirman que la libertad absoluta parece una fantasía de la mente humana. En  lenguaje cinematográfico el laureado español Luis Buñuel expresó en El fantasma de la libertad, que ésta no parece existir mientras las normas y los preceptos conminen al ser humano a actuar de una determinada manera. La libertad a lo largo de la historia ha sido enajenada tanto por diferentes formas de gobierno, como por la limitación que surge de los mismos individuos a los que inevitablemente los rigen conceptos políticos, morales o religiosos. Todo ello hace pensar que no existe la libertad total. Tratándose de opiniones públicas, súmese a ellos la autocensura de los medios debido a compromisos sociales, económicos y políticos.

Que el Estado haya establecido nuevas y asombrosas restricciones es el verdadero meollo de la ya internacional controversia, cuyo más delicado comentario provino del presidente colombiano Juan Manuel Santos, condensado en un  “no me gusta”, mientras en el país los académicos de la lengua rechazan el uso de la expresión linchamiento mediático en un cuerpo legal. En la campaña en pro de la aceptación de la ley, no pocos artistas nacionales, junto a algunos extranjeros, manifestaron su complacencia pues ven la oportunidad de desarrollo que no se les había presentado antes, paralela a la disminución de programas elaborados fuera del país, que no son de mejor calidad.
Pero la ley conlleva alto riesgo al poner a raya comentarios perjudiciales a la honra de las personas, lo que  podría ser un escudo para develar aspectos negativos de personajes políticos, sobre todo. Este freno a las noticias rosa de ciudadanos de otras esferas  es aceptable, pues  nadie tiene derecho de informar a través de los medios lo que los actores de la televisión, por ejemplo, hagan en su vida privada.
El mal ejemplo vino de  países más avanzados donde, a la par de programas de primer orden y altamente educativos se colocan programas en los que se persigue a actores, estrellitas, toreros o modelos para difundir  trivialidades,
El libertinaje, las expresiones insultantes y calumniosas ya iban tocando fondo, de una manera que no se informaba al pueblo, se lo envilecía. Posiblemente, de no haber llegado este tipo de periodismo al país, no podrían justificarse por parte del sector oficial los aspectos intimidantes de la ley…
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