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Conspiraciones  del destino (VII)
Conspiraciones del destino (VII)
Por: Johnny Medranda Mera

Viernes 31 Mayo 2013 | 00:00

Otra, y creo que es la más grave de todas las conspiraciones que el destino nos ha tejido en Manta, es la indiferencia. “Todos debemos tener miedo al hombre perverso.

Pero hay otra clase de perversidad a la que le debemos temer mucho más: a la indiferencia de los hombres buenos”. Esta frase la escuche algún momento y que me recuerda mucho a lo que vivimos en Manta con nuestro puerto. Vemos como al puerto de Manta se lo ha reducido, hasta el 2011, al mínimo común denominador en referencia a todos los puertos del Ecuador. 

La carga contenerizada casi totalmente perdida, otros rubros de carga retroceden en vez de avanzar como en otros puertos; y a lo que nuestros ojos pueden ver solo palpamos obras cosméticas mas no de importancia para un verdadero desarrollo portuario, que es la clave para que la industria y el comercio de Manabí despunte. Un ejemplo claro es el anuncio de que al puerto de Manta se lo va a dragar a 12.5 metros en el canal de acceso con 7.2 millones de dólares, cuando se lo podría dragar a 13.5 y así hacerlo más atractivo a las líneas navieras. 
En la actualidad se está considerando dragar el canal de acceso a los terminales portuarios de Guayaquil, que son aproximadamente 90 kilómetros. Otros expertos en el campo piensan que Ecuador necesita otro puerto con aguas profundas y sugieren Posorja como opción; y que es allí donde se escucha que Dubai Ports está interesada en comprar las acciones de ese proyecto para hacerlo una realidad. Y por ahí sale alguien casi murmurando que Manta podría ser esa opción. 
Es inadmisible que todos los líderes manabitas sean tan indiferentes a esta calamidad que está pasando nuestro puerto. Saben que estamos mal pero no dicen o hacen nada. Esto es como Juanito Alimaña: “todos lo comentan, nadie lo delata”. Unos tal vez son forzados a la indiferencia por temas políticos, otros por el plato de arroz con menestra y hasta otros por sus negocios colaterales. Nos mareamos con la úrea y hasta otros con cachuelos chuecos de transportar esa carga a los centros de almacenamiento. Ese mareo nos ciega a soñar más grande y actuar más osado. Las buenas intenciones del Presidente Correa o sus palabras hacia Manta valen absolutamente nada si sus ejecutores no “hacen” lo correcto con resultados positivos. 
Mientras Manta sigue hablando del futuro, todos los otros puertos fuera de ella están escribiendo la historia ejecutando planes y brindando un verdadero desarrollo a sus ciudades. Nuestros líderes deben recordar esto: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente! Más porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca", Apocalipsis 3, 15-1.
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