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Compitiendo por las almas
Compitiendo por las almas
Por: Ricardo Trotti
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Martes 21 Mayo 2013 | 00:00

La Iglesia Católica intenta recuperar terreno en el mercado religioso y en la competencia por más fieles con su mejor carta, el papa Francisco, después de que el Concilio Vaticano II, la Teología de la Liberación y el Movimiento de Renovación Carismática no lograron detener el éxodo hacia otras religiones.

La canonización de la colombiana Laura Montoya Upegui y de la mexicana María Guadalupe García Zavala, tuvieron un decidido efecto en ese sentido. 
Tampoco pasó desapercibido que Francisco haya desbloqueado el proceso de canonización del arzobispo salvadoreño Óscar Romero, asesinado en 1980.
Este es uno de los referentes de la Teología de la Liberación.
Con estas medidas a favor de referentes de la cultura popular del continente más católico de la Tierra, el papa Francisco trata de poner un torniquete a la hemorragia provocada por el éxodo de fieles a otras religiones. 
En 1996, según Latinobarómetro, los países latinoamericanos tenían 81% de católicos y 4% de protestantes.
En cambio, para 2010, los evangélicos conformaban el 22% y los católicos habían caído al 70%, un fiel reflejo de lo que sucedió en Brasil y Chile.
El panorama no es nada fácil para Francisco.  Sabe que a diferencia de la Iglesia Católica, que tiene un culto más sacramental y vertical, las iglesias evangélicas, ganan más seguidores y mayor asistencia a los ritos gracias a su pragmatismo y espíritu carismático. Muchos fieles prefieren un culto en el que puedan tener una experiencia directa con Dios.
Van donde pueden resolver sus problemas en sesiones de sanación, con milagros o hablando en lenguas.
Lo más sorprendente para la jerarquía católica es que los evangélicos, a diferencia de sus propios fieles y no obstante la menor tradición teológica, se oponen con mayor energía a temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, métodos anticonceptivos y manipulación de embriones.
Debido a esa indiferencia a participar en misa, cumplir con los sacramentos o el liberalismo ante temas doctrinarios, Francisco viene reclamando tanto a los fieles católicos como a los consagrados, mayor compromiso y mejor actitud con las enseñanzas de la Iglesia. 
En un mundo cada vez más secular y ante un estado cada vez más laico, la Iglesia Católica está lejos de tener el poder político de antaño. 
Por ello, la metodología pragmática de las iglesias evangélicas para cultivar y retener fieles, y el reclamo de sectores de la Iglesia por una mayor inclusión de la mujer y por la abolición del celibato, son factores de competencia que no pueden soslayarse.
 
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