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Manta
Bocaditos por amor

España Cobeña sí tiene agallas de mujer. No lo dice ella, sino sus actos. Hace un año levantó su propio negocio de bocaditos en su casa, que se levanta en la J-12, entre J-11 y J-13. Pero hubo un motivo para poner su negocio: sus padres.

Lunes 15 Abril 2013 | 18:56

 A su poder están sus progenitores enfermos y, como tiene que cuidarlos, optó por poner el negocio allí mismo.

> Consigue lo que quiere.
El 99 por ciento de los bocaditos que vende los aprendió hacer en un pestañear de ojos, pero no puede decir lo mismo del pan de almidón. Éste le dio “guerra, como muchacho malcriado”.
Los primeros que hizo salieron “hechos piedra” del horno, así como los que su vecino intentó ayudarle a hacer.
La semana que al fin aprendió a hacerlos, su padre fue ingresado en el hospital; una comerciante le dio el truquito para que le quedaran suaves, pero el resultado siguió siendo negativo. España siguió preguntando hasta que atinó. Hoy sigue con la venta y vela por sus padres. Cerca de allí está su vecino José Vinces, él es jubilado y todas las tardes se ubica en uno de los muebles que tiene en el portal de su casa, protegidos por rejas. Llegó a eso por una razón: los ladrones tres veces intentaron tirarle abajo la puerta en la madrugada, debido a que por las noches el lugar está oscuro. Frente a su casa hay un poste con  su respectiva lámpara, pero dañada, y Vinces tiene caminando por ello a la Cnel un año. Pero no es el único que tiene que dar malas noticias, Humberto Mosquera hace varios meses debió pagar 60 dólares para que la Epam le ubicara rejillas a su medidor de agua.
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