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Tránsito, señalética  y educación vial
Tránsito, señalética y educación vial
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 07 Abril 2013 | 00:00

Miami.- Permanentemente he sentido temor a manejar en territorio estadounidense, a pesar de las decenas de voces que me alentaban a hacerlo: solo hay que atreverse y fijarse bien en la señalización, indicaban.

Al fin lo hice. Seguí los consejos y me atreví. Claro, con los nervios tensándome el cuerpo y extremando la agudeza visual que los años están debilitando. Pero cumplí ese deseo retenido cuarenta y cuatro años, cuando Rae Clarke, la dulce, amable y desde ese tiempo anfitriona mía en Orlando, me permitiera manejar su vehículo para quitármelo a las pocas cuadras porque no me detenía en los pares.
Recuerdo que, extrañado y algo molesto, le repliqué, a modo de excusa, que creí innecesario detenerme en los "stop" debido a que no venían vehículos por las calles transversales. Aquello sirvió para una nueva repelada: "No, joven; la señal existe, por lo que, vengan o no carros, la obligación es parar y de inmediato seguir", dijo, recomendándome no olvidarlo y educarme vialmente.
Y aquello quedó como trauma que, creo, al fin ha sido superado luego de las más de tres horas de viaje desde Cayo Hueso hasta la zona norte de Miami, venciendo parcialmente el nerviosismo que impone el verse en medio de un alocado tránsito, apurado por miles de vehículos que velozmente circulan por las amplias vías de esta gran ciudad. 
Indudablemente, mi odisea fue posible gracias a Luis Venegas Cedeño, mi "súper" anfitrión en Miami, quien como conocedor del medio sirvió de guía preciso para no perder el camino en las bien señalizadas pero intrincadas calles y avenidas de esta inmensa ciudad del sur de la Florida.
Aunque ahora, con los famosos GPS la situación es mucho más sencilla, pues basta ingresar la dirección a la que se desea llegar y el resto depende de quién conduzca, pues en español la máquina le va orientando y graficando por dónde ir. Así lo demostró mi hijo Danny, durante su estadía por acá.
Estas confesiones, al igual que las de los dos anteriores escritos, me he permitido personalizarlas con el propósito de señalar la enorme importancia que tienen para el desarrollo de los pueblos, tanto la educación vial cuanto la señalización del tránsito vehicular y peatonal.
Ambas están concatenadas, van de la mano para ser efectivas, como se aprecia en las organizadas ciudades del mundo, donde la tecnología forma parte indispensable del progreso.
Y cito estas experiencias en momentos vitales para poblaciones como las manabitas, especialmente en las que sus municipios deben ejercer la responsabilidad del tránsito, para que empiecen a tomar conciencia del trabajo a efectuar, empezando por estructurar una buena nomenclatura urbana, una correcta señalización y una estricta y obligatoria educación vial. 

En este último factor, vale indicar que el club Rotario Portoviejo entregó al prefecto Mariano Zambrano un proyecto para la construcción en la capital manabita del primer parque de educación vial  en la provincia, recibiendo el respaldo del funcionario por la importancia que representa la obra. De esto trataremos posteriormente porque, por ahora, hasta aquí me trajo el río. 

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