Este artefacto lo exhibe Rubén Mendoza en el parque central Vicente Amador Flor, quien comentó que la cámara fue comprada por su abuelo, luego pasó a su padre y finalmente por él.
Sin embargo, dijo que aunque está en perfectas condiciones no la utiliza desde hace dos años porque no hay el material para ponerla a funcionar, pero, en cambio, sí le sirve para atraer y fotografiar a sus clientes con una cámara de las modernas.
“He preguntado aquí en Portoviejo y no hay el material, me dicen que aún quedan en Guayaquil, pero me sale caro”, señaló.
CURIOSIDAD. Mendoza sonríe al contar que muchos niños pasan por el lugar y le preguntan "¿qué es eso?", ya que la cámara es de madera, tiene un pedazo de tela y un lente pequeño.
“Es normal que pregunten porque ahora con la tecnología las cámaras son pequeñas y tienen otro tipo de modelos, pero me siento orgulloso de tenerla”, dijo.
VENTA. Se le preguntó a Mendoza si está dispuesto a vender su cámara y respondió que sí, pero que le paguen algo que valga la pena.
Contó que son incontables los ciudadanos, hasta de otras ciudades, que le han pedido que se la vendan. Le han ofrecido hasta 100 dólares y considera que esa cifra es muy baja.