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¿Jugando Ser Dios?
¿Jugando Ser Dios?
Por: Melba Muñoz Rojas

Lunes 04 Marzo 2013 | 00:00

Nunca había tenido gran interés en el cruce de plantas o animales; era algo que los jardineros y los criadores de perros hacían para conseguir rosas más bonitas y perros más armoniosos.

De hecho, pensaba que era algo bastante avanzada, aunque recuerdo lamentarme por un perro salchicha tremendamente pesado, pero con unas patas muy cortas que vi en un documental de televisión sobre los efectos de los cruces. Pero al final del programa un científico aseguraba que el cruce producía más bien que mal. Una investigación de nuevo aseguraba que los experimentos que él y sus colegas estaban haciendo con ciertos alimentos genéticamente modificados, GM, eran al menos tan buenos, sino mejores, que los productos que crecían tradicionalmente y no necesitarían ser fumigados con pesticidas dañinos para el medio. "Me parece bueno", pensé, "¡cuánto antes mejor!"
 
No tengo estudios científicos formales, así que tiendo a creer a los expertos que me dicen que algo es bueno para mí, especialmente si se trata de alimentos, pero al paso del tiempo he tenido preocupaciones básicas sobre la modificación genética y urgía a buscar más información. La modificación genética implica la transferencia de genes desde un organismo a otro para alterar sus características. Hay muchas razones para modificar las características de los productos alimenticios derivados de los animales y de las plantas. Algunas de esas razones son aceptables, incluso bienvenidas. ¿No sería bueno tener carnes y leche bajas en grasas y sin tener que ser procesadas con conservantes? Me gustaría poder dar un bocado a una pera o un tomate sin miedo a no haberlos lavado lo suficiente. La vacunas normalmente necesitan refrigeración, las humildes bananas no, así que el transporte sería mucho más barato. Mejor aún sería una banana genéticamente modificada que ¡no se pudriese! Puedo aceptar a disgusto la idea de cultivos de ingeniería genética mientras albergo ansiedad sobre la pérdida de la biodiversidad, porque las plantas, las frutas y las verduras no sufren dolor y confusión. Pero estoy horrorizada por la idea de conseguir animales y peces a base de ingeniería genética. No soy una científica, ni una filósofa, ni una teóloga, sólo una persona normal preocupada por el mundo que estamos construyendo para nuestros hijos. Pienso que usted también debería de estarlo.
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