No hay necesidad de ser augur para avizorar el panorama sombrío que se cierne sobre un modelo político, autoritario y, por ende, antidemocrático como el implementado por los "socialistas del siglo XXI”. Los acontecimientos que se precipitan en dichos gobiernos sin brújula como Argentina, Ecuador y Venezuela resaltan que los éxitos personales de sus gobernantes y sus respectivos cortesanos, los llevó al desvarío de convencerse que los pueblos son rebaños que los podían llevar a pastorear hasta en eriales, atrevimiento por el cual tales megalómanos están llegando al fin de sus correrías de manera ineluctable.
Son etapas que de tarde en tarde se hacen presentes en América Latina, pero que va madurando luego de soportar con estoicismo brutalidades de sus verdugos, por lo que exigirán cuentas a los falsos redentores que con alevosía se levantaron con el santo y la limosna.
La Argentina de los Kirchner, una pareja de la Patagonia que no ha logrado explicar el aumento injustificado de su riqueza desde que está en el poder. La presidenta viuda no ha querido entender que los cacerolazos son el preludio de su desbarrar por la cuneta del repudio. Sin embargo, la soberbia es aliada y también enemiga de los autócratas, tanto así que la irascible mandona ya recibió “tarjeta roja” de un organismo crediticio internacional por haber trucado los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la Argentina; informes que no son confiables porque alteran los datos de inflación y del Producto Interno Bruto de la patria de Sarmiento.
El gobierno del Ecuador también tendrá su prueba de fuego el 17 de este mes. Si luego de un desgaste popular de 6 años envuelto en un lodazal de incapacidad y corrupción se atreviese a manipular los conteos para evitar la segunda vuelta presidencial, el resultado sería la explosión popular, con una violencia que se manifestaría en todos y cada uno de los rincones patrios. En las actuales circunstancias y con las mismas cataduras la advertencia rige para evitar las terribles consecuencias que generaría un fraude electoral.
Venezuela, un país que produce 3 millones de barriles diarios de petróleo y sin embargo, en las tiendas de abastos no existe ni siquiera harina para elaborar arepas, comida de exigible consumo popular.
Los usufructuarios de un modelo que se concibió en el Foro de Sao Paulo, Brasil, en 1.990, contemplan aterrados que la farsa se está desmoronando.
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