La historia, que narra un hecho vivencial, cautivó a los lectores, quienes la multiplicaron miles de veces.
Historia. Una mujer blanca de unos 50 y tantos años llegó hasta su asiento de avión. Al lado se encontraba un hombre de raza negra. Disgustada, la mujer llamó a la azafata y le demandó otro asiento. La mujer dijo: "Yo no puedo sentarme junto a un negro”. La aeromoza le contestó: “Permítame ver si hay otro asiento disponible”.
Después de chequear, regresó y dijo:“Señora, no hay otro asiento disponible en clase económica, pero revisaré si existe algún asiento en primera clase”.
Cuando la aeromoza regresó dijo: “El capitán me ha confirmado que no hay asientos disponibles en clase económica, pero hay uno en primera clase. No acostumbramos a cambiar a una persona de clase económica a primera clase, pero viendo que podría resultar en un escándalo forzar a alguien a sentarse junto a una persona desagradable, el capitán estuvo de acuerdo”. Antes de que la mujer pudiera decir algo, la aeromoza se dirigió al hombre de raza negra: “Señor, si fuera tan amable de tomar sus artículos personales, queremos moverlo a un asiento más confortable en primera clase”.
Las palabras de la azafata recibieron un aplauso general en el avión.<