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Especies invasoras

Jueves 16 Agosto 2012 | 00:00

La mayoría de nuestros profesionales se fascinan cuando presentan las bondades de una nueva especie animal o vegetal y llegan presurosos a nuestro país a promover su cultivo, sin mediar consecuencias futuras en cuanto se refiere a la afectación al ambiente y a nuestras especies nativas. Muchas de esas especies acaban por convertirse en plagas, como el caracol, que no resultó rentable.


Nos trajeron de la India el nim y la teca; la tilapia de África; la langosta red fish de Australia…la lista es extensa. Algunas de estas especies se han adaptado a nuestro medio y generan ingresos, otras como la tilapia aportan para la nutrición de muchas personas.
Comparaciones: No tenemos nada que envidiar a la teca, que como todo monocultivo genera problemas en los suelos donde se cultiva. Nos parece que mejor madera es el pechiche –Vitex gigantea, H.B.K.-, del cual podemos aprovechar además sus frutos para elaborar mermeladas y extraer licor –mistela- como hacen aún nuestras madres recolectando las drupas de los pocos árboles que quedan.
Frente a la tilapia africana nos quedamos con el sabor exquisito de la vieja –Aequidens rubulatus-, el bante, la odola o el chame –Dormitator latifrons-. Una especie no investigada en cuanto a su reproducción y cría es el camarón cacaño –Machrobrachium americanum-, que es en realidad una langosta de agua dulce.
Poco sabemos sobre la perdiz, una codorniz sudamericana -Colis cristatus (?)- ave de exquisito sabor. ¿Alguien recuerda la mula de monte? Es una especie de conejo que había en nuestros campos y que no hemos vuelto a ver.

Migraciones internas: A nuestros humedales y ríos han migrado varias especies desde Daule Peripa. Un pez que llaman tres pintas ha sido reportado en los ríos Piche y La Morena. La lisca, otro pez, ya se captura desde hace dos años en el humedal La Segua, aunque no es del agrado de la mayoría. También viene de Daule Peripa. Uno de los pocos biólogos manabitas nos mencionó en el 2006 que un camarón pequeño, muy invasivo, ha migrado a La Esperanza por los trasvases. En un encuentro ecológico al que nos invitó Fernando Cedeño, en Santa Ana, en el 2006, denunciamos este hecho. “Técnicos” de la ex CRM presentes, furibundamente refutaron nuestra denuncia. Los tiempos actuales demuestran otra realidad. ¿La Senagua ha investigado este tema?
¿Perdimos o ganamos con la introducción de estas especies? Desde nuestro punto de vista hemos perdido y bastante, porque dejamos que muchas especies se extingan como el caso de la zapata, un pez aplanado de la familia de los soleidos –lenguados- que vimos por última vez en 1980, así como la caoba –Persea theobromifolia, A. Gentry.-, el laurel –Pseudobombax millei, (Standl.) A. Robins.- o el amarillo –Centrolobium paraense-, en grave peligro de desaparición. No estudiamos sus potenciales ambientales y comerciales porque no tenemos profesionales en áreas específicas como ecología, biología, zoología, botánica, entre otras ramas afines. Nuestras universidades nos quedan debiendo en este tema.<

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