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Olímpico  subdesarrollo
Olímpico subdesarrollo
Por: Ricardo Trotti
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Martes 14 Agosto 2012 | 00:00

Las Olimpíadas de Londres siguen mostrando la misma tendencia irreversible de las últimas décadas: Países desarrollados alcanzando logros con estrategias y programas competitivos de largo alcance; y países en el subdesarrollo deportivo, conformándose con triunfos sobre la base de golpes de suerte y del sacrificio y esfuerzo individuales de los atletas.

En este grupo están los países latinoamericanos. El exiguo medallero conseguido en Londres y en olimpíadas anteriores, es una muestra del fracaso de la región. El deporte amateur está relegado de las políticas de Estado, siendo casi inexistentes la inversión gubernamental y el apoyo del sector privado.
La tendencia es clara. EEUU, China, Rusia, Gran Bretaña y países emergentes como Corea del Sur, se hacen cada vez más inalcanzables para los latinoamericanos. Hay algunas excepciones, como Cuba, con una fuerte cultura deportiva basada en la filosofía comunista, que consiguió 194 medallas o el 40% de las 474 que obtuvieron los países de la región desde los primeros juegos olímpicos de Atenas en 1896.
Brasil, por su parte, muestra el mayor repunte con 49 de sus 91 medallas en las últimas cuatro olimpíadas anteriores a Londres, mientras que Argentina es el caso inverso, habiendo obtenido más preseas en Ámsterdam, 1928; Berlín, 1936 y Londres, 1948, que en las más recientes.
En la región los deportes en equipos y semi profesionales, como el  fútbol, básquet, boxeo y voleibol, consiguen mayor apoyo y medallas; pero natación, gimnasia y atletismo, entre otras disciplinas, terminan siendo prácticas elitistas, reservadas para los atletas muy descollantes, aquellos que atraen auspicios, o para quienes disponen de recursos propios.
Los deportistas latinoamericanos compensan la falta de apoyo con recursos y sacrificios propios, inspirándose no solo en logros de atletas de países desarrollados como el estadounidense Michael Phelps, el sudafricano Oscar Pistorious, sino también con los jamaiquinos Usain Bolt y Shelly-Ann Fraser-Pryce, los más veloces del planeta; el brasileño Arthur Zanetti que le arrebató el mote de El Señor de los Anillos al chino Chen Yibing o del dominicano Félix Sánchez, quien se llenó de oro en los 400 metros.
También los gobiernos deberían inspirarse en casos de éxito. Uno de ellos es Corea del Sur. Desde que obtuvo su primera presea en las olimpíadas de Los Ángeles en 1984, cosechó 215 medallas hasta antes de Londres, 68 de ellas de oro, más que las que ganaron en forma combinada Argentina, Brasil y México, en toda la historia de los Juegos Olímpicos.

Los gobiernos latinoamericanos, anfitriones por segunda vez de una olimpíada para 2016 en Río, deben imponerse objetivos y planes deportivos más sustentables. No solo para cosechar más medallas, sino para sacar al deporte amateur del subdesarrollo y revalidarlo como la mejor inversión para la salud pública e inclusión social, y como el antídoto natural contra las drogas y la inseguridad. 

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