Observando ese resultado importante para Manabí, me surgió una interrogante. ¿A  qué  y  a quién se debe ese logro del primer puesto? No lograba responder a esa pregunta por cuanto observamos que nuestros agricultores se encuentran desprotegidos, ausentes de nuevas tecnologías, de créditos inoportunos, de poco asistencia técnica, de un mercado  que no les garantiza los precios de  su producción, infraestructura rural deficiente, asociatividad sin apoyo en la gran mayoría.

Y, finalmente,  uno de los proyectos de riego más importantes de la provincia como es el de Carrizal Chone, programado para regar  las 13.268 hectáreas de los cantones: Tosagua, Chone, Junín y Bolívar, con una población total de 224.609 habitantes, tan sólo riega 2.000 has (15%). Pero  cuando leí un párrafo del historiador José Arteaga Parrales, donde señala que el “manabita se forja por un ancestro cultural, que nuestra gente es extremadamente alegre, hospitalaria y laboriosa porque vive en una tierra generosa, de abundante producción agrícola, fincas cruzadas por ríos y pozos a lo largo de los caminos, junto a ello, ciclos de sequía, pero también ciclos de abundante lluvia”, logré entender que la MEDALLA DE ORO se debe en primer lugar a ese hombre agricultor manabita que se esfuerza todos los días cultivando su tierra con tecnologías convencionales y además por la bondad de la naturaleza.