Estados Unidos derrotó 107 a 100 a España y con ello se repartieron las medallas de oro y plata, respectivamente, como hace cuatro años en Pekín, con la sensación de que los europeos han recortado diferencias con los norteamericanos, a los que salvó, en la final, la clase infinita de Kevin Durant, autor de 30 puntos.
En el resto de partidos del torneo olímpico, los estadounidenses ganaron y jugaron como quisieron, encontrando algo de oposición en Argentina y Lituania. El resto de sus encuentros fue un paseo militar.
La selección española cumplió con sus objetivos, llegó a la final y compitió de tú a tú con los USA, pero las muchas lesiones que tuvo desde el inicio de su preparación han lastrado su rendimiento y sensaciones.
Los dos partidos perdidos ante Rusia y Brasil en la primera fase, enturbian su rendimiento, aunque la casta y carácter que exhibió España en cuartos de final, ante Francia, en semifinales ante Rusia y en la final, compensan casi todo.
Rusia es una de las más agradables sorpresas del torneo. Ausente durante 24 años de un podio olímpico en el baloncesto, desde que la extinta URSS ganó la medalla de oro en Seúl 1988, los rusos han configurado un nuevo equipo, con un nuevo estilo y con una buena mezcla de jóvenes y jugadores con experiencia.<