Uefinitivamente la política ecuatoriana siempre vive atiborrada de sainetes y de escándalos políticos y legales, pero no es de asombrarse por es característico ese lúgubre panorama para esta hermosa, pero vilipendiada actividad, a propósito del problema actual de la invalidación o falsificación de firmas para reconocer a partidos y movimientos políticos , justo a las puertas de un proceso electoral, pero a través de su historia, el Ecuador ha vivido de eso, de escándalos en escándalos y justo en los momentos más decisivos de su vida democrática, por eso el denominador común en el país ha sido siempre la inestabilidad política, la inseguridad jurídica, el sainete político y los presuntos actos de corrupción que irrumpen cualquier posibilidad, que la nación se enrumbe al buen vivir que tanto se pregona actualmente, porque volvemos a reeditar las viejas y mañosas practicas del pasado, que configuraron un país inseguro, caótico e inestable, en donde no se gobernaba, sino que se abusaba en desmedro de los intereses populares.