El metro de Buenos Aires comenzó ayer su séptima jornada consecutiva de huelga pese a la conciliación obligatoria dictada por las autoridades de la capital argentina para poner fin a un conflicto que afecta a cerca de un millón de usuarios.
El servicio continuó paralizado por los trabajadores del subterráneo, que reclaman un aumento salarial del 28 por ciento que la empresa a cargo de la concesión, Metrovías, dice no poder afrontar por falta de recursos. Por un pedido judicial, la Subsecretaría de Trabajo de Buenos Aires convocó el jueves pasado a las partes a una instancia de negociación que, tras varias horas de reunión, finalizó sin acuerdos, tras lo cual los trabajadores decidieron extender la huelga hasta ayer.