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Cine y violencia visual
Cine y violencia visual
Por: Santiago Rivadeneira Aguirre

Jueves 09 Agosto 2012 | 00:00

Una de las primeras preguntas que surge, luego del aciago suceso ocurrido en Denver, (Colorado), durante el estreno de la película Batman, es si las imágenes matan o al menos inducen al cometimiento de excesos ligados a la violencia y al delito.


La irrupción de un joven, disparando a mansalva contra los espectadores, vuelve a poner en discusión el rol del cine de violencia y su incidencia en el comportamiento de la sociedad, la plenitud de sus estructuras y la cristalización de principios y valores esenciales como conductas anómicas que afectan el orden social.
Gerard Imbert decía que las sociedades actuales están viviendo el signo de lo excesivo; y esos excesos nos enfrentan, además, a determinados discursos sociales que se sustentan en distintos niveles de violencia: verbal, simbólica y real, que se encuadran en lo cotidiano. Hay que agregar otra forma de violencia paradigmática: el rumor, como práctica organizada cuya carácter engañoso ha producido mucho daño social.
De tal manera que debemos desplegar un abanico de reflexiones sobre  “el modo de existencia social de la violencia”, que ahora concentra las expectativas de análisis en una violencia visualizada que produce al mismo tiempo rechazo y fascinación.
Y, sin embargo, este “signo de lo excesivo” también se enmarca en modelos políticos que han provocado, de un tiempo a esta parte, rupturas, reclamos, infracciones, desconocimiento de la ley, violencia racial, xenofobia que han puesto en brete a la misma democracia. Hay que distinguir las formas de violencia que atraviesan toda la sociedad, que se plasman en actos criminales, tanto como la violencia provocada desde el poder contra los ciudadanos.
Y muchas de estas formas de violencia son construidas a través de referentes que se vuelven enunciados, establecidos a través de alegatos que formalizan la realidad en los propios espectadores, por su poder de representación y en las imágenes violentas del cine y la televisión estúpidamente ritualizadas.
Sin embargo, la lista de películas que fueron señaladas como impulsoras del recrudecimiento de la violencia en la sociedad, es larga: desde Taxi Driver, pasando por La Naranja Mecánica o Nacidos para matar.
Estamos viviendo –no cabe dudas- un nuevo régimen de visibilidad que implicaría dos condiciones: poder ver y hacer ver, que puede producir, como en el caso de la masacre en Denver, “efectos perversos” y trágicos que se salen de control.<

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