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EL FRAUDE  DEL SIGLO
EL FRAUDE DEL SIGLO
Por: Pedro Vincent Bowen
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Domingo 05 Agosto 2012 | 00:00

En este paisito nuestro es fácil cometer toda clase de estafas: La venta de la “Torre del Reloj” del malecón de Guayaquil por parte de Dante Reyes (“Cuentero de Muisne”). El millón de dólares que se les llevó el “Conde de Agnelli” a exportadores de café de Manta.

Los 200 melones que perdieron miles de “inversionistas” al confiar sus ahorros al notario Cabrera de Loja. O el sonado caso del dominicano Nemen Nader, que se dedicó a “comprar” empresas quebradas (incluyendo un próspero banco en Manabí).
Todos estos casos (y otros de menor cuantía) fueron cometidos de manera selectiva en su momento. Tiros directos al bolsillo de personas tentadas por sus propias codicias, como aquellos que le compran a un “pobre montubio analfabeto” en mil dólares un billete de lotería “premiado” con un millón. A diferencia del gran fraude que hoy por hoy se lo ha fraguado de manera colectiva. No precisamente para perjudicar económicamente a sus víctimas. Si no para burlarse de la democracia, comercializando la identificación de millones de ecuatorianos. ¡Que es maspiormente que robársenos la plata!
Porque de eso se trata el fraude ejecutado por ciertos “vivísimos” (vendedores y compradores) que a plena luz del día y sin máscara, han mercantilizado como si fuere chuchería barata: nombres, números de cédulas y firmas de ecuatorianos hábiles para votar en las próximas elecciones. Sin enterarnos.
Y ¡asombraos!... ahora resulta que, a pesar de que están identificados plenamente autores, cómplices y encubridores del ya denominado fraude del siglo, a pesar de conocerse a los responsables de recoger las firmas de las supuestas adhesiones y afiliaciones a partidos y movimientos políticos, a pesar de que existe en el Concejo Nacional Electoral la nómina de los digitadores que participaron en la jugada, a pesar de que se ha denunciado la forma y cuantía de estas delictuosas transacciones, resulta que hasta el momento no hay quien diga ¡éstos son! (aún sabiéndolo), así como tampoco se ha girado una sola boleta de captura. ¿Nuescierto, señor Fiscal?
¿De dónde salieron los nombres, direcciones, cédulas y firmas chimbas? Es una pregunta que tiene, entre el público, varias respuestas: ¿De los correos electrónicos robados del internet por los hackers (de sombrero negro)? ¿De las carpetas de los programas de viviendas prometidos en campañas electorales? ¿De la lista de los beneficiarios del “bono de la pobreza”? ¿Del Registro Civil?

No lo sé. Pero (el infaltable), francamente me gustaría saberlo para conocer quién se tomó mi nombre, mi cédula y mi supuesta firma para hacerme aparecer en calidad de “adherente” del Movimiento Concertación Nacional, que lidera César Montúfar, en los documentos registrados en el Consejo Nacional Electoral. 

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