Baránova añadió: "Me tomé una pastilla. Y esa misma tarde vinieron los funcionarios de dopaje a hacernos análisis. Me asusté y lamenté mucho haberlo hecho, pero no le dije nada a nadie".

La ciclista de pista, que forma parte del equipo ruso de persecución, reconoció que "estaba muy nerviosa y lo pasó muy mal en vísperas de las Olimpiadas", ya que se dio cuenta de que "sus resultados empezaban a empeorar" durante una concentración en Bielorrusia.

"Estaba muy cansada. Lo encontré en internet, lo leí, y antes ya había oído hablar de ello, que para mejorar los resultados se puede utilizar testosterona. Nunca lo había usado antes, pero esta vez me decidí", apuntó.

La rusa explicó: "Justo antes de viajar a los Juegos me hicieron una prueba de dopaje y salió limpia. No volví a tomar esa medicina y no tenía intención de hacerlo en el futuro".

"Pensaba que había tenido suerte y no pasaría nada. Pero en Londres recibí la noticia de que la prueba tomada en Bielorrusia era positiva. Siento mucho lo que ha pasado", indicó.

La propia Baránova, de 22 años, abandonó por su propio pie la villa olímpica, ya que "era muy difícil quedarse allí después de lo que pasó".

El vicepresidente de la Federación Rusa de Ciclismo, Yuri Kucheriavi, se manifestó hoy "extremadamente decepcionado" con la deportista.

"Yo sólo sé que todos se sometieron a análisis y estaban limpias. Creo que se quedará dos años sin competir, como mínimo", dijo el funcionario, quien destacó que la noticia influirá negativamente en el rendimiento del resto del equipo.

La rusa, campeona mundial sub'23 y medalla de bronce en sprint en el último Europeo, era una de las líderes del equipo ruso y debería haber competido este viernes.