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No más humillaciones, señor Alcalde
No más humillaciones, señor Alcalde
Por: Teresa Loor Molina

Martes 15 Mayo 2012 | 00:00

Quien se dirige a usted, señor Alcalde, es una persona común y corriente, con defectos; profesional de dos carreras: Educación y Periodismo. Pude convertir a mis hijos en profesionales responsables; tengo nietos en el extranjero que han sabido colocar muy en alto el nombre del Ecuador. He cumplido con las ordenanzas, he pagado mis impuestos no he perjudicado a nadie ni moral ni económicamente.

 

He trabajado durante toda la vida por eso tengo mi propia jubilación.
Por eso quiero, ante Ud., solicitarle que no se deje envolver por los magos de la política. Ud. fue vejado por el Presidente de la República diciendo que Ud. no debería de estar en la alcaldía, luego lo defiende Ud.; ahora comprendo su precio: el aeropuerto. Señor Alcalde, hágale entender al Presidente que Portoviejo es la capital de una de las provincias más importantes del país por su posición geográfica, por su ubicación astronómica y que posee el primer puerto marítimo del Ecuador, lo que hace que su clima sea muy singular y se refleja en sus habitantes que son muy sensibles a la hospitalidad, capacidad, honestidad, razón por la cual existen ciudadanas (os) que merecen desempeñar no solo uno si no varios misterios. 
Hágale entender que en vez de un parque plus ultra se preocupe de rescatar el río Portoviejo convirtiéndolo en un medio turístico hasta desembocar en una represa linda “La Boca”; dígale que su Ministro de Agricultura (antes de Defensa), que compró aviones caza bombardeos, bombardee con agua nuestras tierras en verano para no morirnos de sed y cace nubes en inviernos para no ahogarnos.
Señor Alcalde, a Ud. se lo ha acusado de los huecos de las calles, de la falta de agua y de todos los males de la ciudad, cuando nosotros sabemos que el único culpable es el Gobierno que nos ha humillado mezquinándonos el dinero, con una limosna de 18.000 millones cuando todos sabemos que merecemos ciento de millones como otras capitales, porque también somos ecuatorianos. 
Sé de la familia honorable de donde Ud. proviene, no permita que sus antepasados se entristezcan al observar que a Ud. obligadamente lo quieren comprar con un plato de lenteja.
Piense en su virtuosa esposa que lo acompaña, sus lindas hijas que tiene y en sus nietos maravillosos que Ud. adora y en los ciudadanos portovejenses en general de la ciudad.  No más humillaciones; el Presidente de la República se irá y nos dejará un rictus amargo de su odio; Ud. dejará la alcaldía, yo dejaré de existir y nuestros hijos, nietos y descendiente aclamarán que hubo un Alcalde que tuvo bien puesto sus pantalones y defendió a la capital, a Portoviejo, que es parte de nuestra amada patria: tierra sagrada.. <
 
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