El doctor Guevara, para quien escribe este artículo, un idealista, un visionario, un hombre amante de la justicia y la libertad, que tuvo una exaltada fantasía de creer que podía resolver todo lo que él quimericamente pensaba que era lo justo.

El Che Guevara dejó una posición segura para el disfrute del buen vivir. Una vida llena del holgura y bonanza para lanzarse, cual Quijote, a una inhóspita región de Bolivia, regentada por una dictadura militar esclavizante, para guerrear contra ella, contra los poderosos dominantes, liberándolos de la desesperante forma de vivir en las mas oprobiosa de las condiciones humanas.

Pero esto, y de acuerdo a su forma de pensar, solo se lo podía lograr luchando con el fusil al brazo, conforme lo hizo para la liberación de Cuba, solo asistido por sus ideales y enarbolando como bandera la libertad. Tuvo que convertirse en guerrillero comandando un pequeño grupo de personas que sí comprendieron la razón de su lucha. Ser guerrillero no menoscaba el ideal de un líder. Así fue nuestro gran Eloy Alfaro, que se convirtió en guerrillero y comandando grupo ciudadano a quienes se les dio por llamar Montoneros; así peleo por darnos libertad y la razón para vivir que hoy tenemos.

Diferente es estar sentado en un sillón giratorio dando órdenes, llenos de placeres y holganza en contraste grosero, vergonzoso y humillante para con la clase desposeída.

Hay pueblos que viven sufriendo, empobrecidos, sin que exista un Che Guevara o en un Eloy Alfaro que ponga por delante su bienestar y bien ganado prestigio para dar la justicia que todo ser racional anhela y poder liberarse dela paupérrima vida que se lleva. Qué saben los poderosos y gamonales del llanto de un niño o la angustia de un anciano.

Así lo concibió y así lo pensó el Che Guevara, guerreando contra todo lo que ofende la conciencia humana y contra los que miran, sin inmutarse, el padecimiento del pauperismo de un país.

Si hubieran muchos Alfaro y muchos Che Guevara otra seria la suerte del mundo. Muchos siente temor a esto.<