Inmensa promoción mediática se ha realizado en torno al centenario del asesinato de Eloy Alfaro y sus tenientes. “Mucho ruido y pocas nueces”, como dice el refrán popular, porque consideramos que en el fondo se trata de desviar la atención del pueblo sobre lo que verdaderamente debe destacarse de la actual coyuntura histórica.
Somos los manabitas los que tenemos más derecho para hablar de esta temática, porque de nuestro barro manaba surgió la semilla revolucionaria que transformó la Patria. Las montoneras y el radicalismo alfarista son primero nuestras… después del resto del país.
No es cuestión únicamente de historiadores “académicos”, que se inventan títulos para repartirse y beneficiarse con las glorias de Alfaro. Hay que saber llamar: “al pan, pan, y al vino, vino”, para que el pueblo no se desoriente y sepa lo que hay que hacer después de “la hoguera bárbara”. La historia del Ecuador, desde 1830, y en forma esquemática, puede explicarse en la siguiente forma: Existen tres momentos estelares marcados por tres líderes o caudillos: García Moreno, Eloy Alfaro y Rafael Correa. En ellos podemos encontrar los tres momentos clásicos, en la evolución social de todos los pueblos de la tierra: el feudalismo o conservadorismo; el liberalismo o capitalismo; y el socialismo en el siglo XXI, que es la tarea que debe cumplir Rafael Correa.
No es cuestión solamente de continuar la revolución inconclusa de Alfaro. Ni tampoco de emborrachar al pueblo con mil actos para llorar por el arrastre e incineración de los Alfaro. Se trata de decirle a ese pueblo que están dadas las condiciones históricas para dar muchos pasos adelante, junto a otros pueblos de Latinoamérica, y edificar el sistema socialista con las realidades del siglo XXI. “Ni libertad sin pan. Ni pan y empleo, sin libertad”.
Correa, queramos o no, ya está en la historia. Tiene inmensos defectos, pero también grandes aciertos. Lo mismo pasó con Alfaro. Con un inmenso respaldo llegó Alfaro al poder. Después de 17 años manipularon a ese mismo pueblo para que lo asesinara. Pero ya había dejado en el país las semillas de la transformación social.
Correa está en su momento. Ganará la próxima elección presidencial. Tendrá que avanzar en la implementación del socialismo. La cuestión agraria y la redistribución de la riqueza está en sus prioridades. Nuestra generación, que todavía está sobre la tierra, lo está apoyando para que construya el socialismo. Es la mayor justificación para nuestra propia existencia. Pero debe darle mayor atención a Manabí por ser la iniciadora del Alfarismo. Debe atender a Portoviejo, no enemistarse por un simple aeropuerto. Faltan manabitas en la cúpula del gobierno. Si Correa es alfarista, debe cumplir más con Manabí. ¡Hasta la Victoria!
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