Incluso Abelardo Ávila amarró con un grueso cabo su casa de caña guadúa que está ubicada a menos de un metro del río, en el sitio San Silvestre.

“En el invierno pasado se fue el baño, y ahora temo que se vaya la casa donde vivo con mi esposa (Johana Chávez) y mi hijo”, dijo Ávila.

A pocos metros de la casa de Ávila vive Carlos Cedeño, quien también tiene temor porque la lluvia ha traído la crecida del río. 

“Hay constantes deslizamiento de tierra por la humedad del suelo y cada vez el río crece”, dijo preocupado Cedeño.

 

 precaución. La casa de Felipe Panta también está cerca del río. En prevención, para que ya no haya deslizamiento ya colocó sacos con arena.

“De nada sirve porque el río baja caudaloso y destruye todo a su paso”, dijo Emilia Reyes, esposa de Felipe.

Emilia teme que su casa, de hormigón armado y elevada por columnas de cemento, se la lleve el río.

Gonzalo Panta, cuya casa queda a más de tres metros del río Portoviejo, también teme que su vivienda, de caña guadua, se la lleve el río. “Se requieren obras emergentes”, dijo Panta.

 

 detalle. Varios dirigentes de la parroquia Crucita, de la Dirección de Gestión Ambiental y Riesgo del Gobierno Provincial, realizaron una inspección en las viviendas.

Piedad Zambrano, presidenta de la Junta Parroquial de Crucita, pidió obras emergentes como muro de contención en las laderas del río, revestimiento con hormigón armado de los canales y desazolve del afluente.