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Nueva manipulación con Alfaro
Nueva manipulación con Alfaro
Por: Víctor Muñoz

Domingo 22 Enero 2012 | 00:00

El presidente Correa y el Movimiento País, argumentando manipuladoramente que su “revolución” es alfarista, el 28 de enero “recuerda” los 100 años del asesinato del Viejo Luchador para “traernos a la memoria” de que es “prohibido olvidar” quiénes fueron sus responsables.

Esta vez, con la "recordación", en la práctica de su campaña permanente por su "revolución" han vuelto a la carga, igual que cuando el año pasado para promover su “consulta popular” del 7 de mayo para ganarse al electorado, utilizaron el símbolo semiótico y emblemático de la espada de Alfaro en su campaña política.
Pero, paradógicamente, la invocación que se vuelve a hacer ahora, se lo hace tergiversando la historia, porque con los hechos dan al traste las conquistas de Alfaro. Se atenta a su legado cuando el régimen correísta enfrenta y reprime: a la prensa, a la libertad de opinión e información, al respeto de la Constitución, la ley, la institucionalidad y los derechos humanos, así como el desarrollo económico. Más cuando el régimen alienta y promueve: la presencia del Estado en todo, la concentración de poderes, la burocratización, el pensamiento único, la propaganda permanente y la corrupción, para hacer realidad su sueño de quedarse en el poder por 300 años.
Y para poder diferenciar a los correístas de la herencia alfarista, para los manabitas en particular es “prohibido olvidar” la agenda política del Viejo Luchador.
Siempre en Alfaro estuvo latente la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789, de la institucionalidad y de la división de poderes que se derivaron de la Revolución Francesa; y, de la filosofía pregonada por los pensadores liberales de la época.
Con esta dimensión, el Ejecutivo tenía delimitado su rol y el poder judicial el suyo. Este llamado a velar por la justicia y para frenar (a falta de organismos de control) los desafueros y abusos de poder del Ejecutivo.
Vale reconocer, que por ser consecuente con el pensamiento liberal y de los derechos ciudadanos, y por el grave error de suprimir a los “Montoneros” de las filas del ejército, es que se permitieron que en su época, el gobierno, los militares ambiciosos, la iglesia, la prensa y la oposición política se confabularan para ejecutar su macabro plan de eliminación y exterminio del alfarismo.
La actual y las nuevas generaciones, por sobre las trampas y normas que impone el correísmo, tenemos la responsabilidad de participar en la preservación de lo más preciado del legado alfarista: la libertad de pensamiento y opinión. <
 
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