Algunos artículos de este instrumento pasarán a la historia probablemente por antidemocráticos, especialmente aquel que prohíbe a los medios difundir información que beneficie o perjudique a un candidato, sin considerar que la intervención del periodismo es vital  difundiendo el historial que permita a la gente un mejor escogimiento. 

La extrema fijación que el gobierno tiene con la prensa le lleva a cometer estas exageraciones. Es cierto que hay medios que optan por no ser independientes haciendo preferencias, pero aquello es sinónimo de libertad: adoptar la línea de pensamiento que se quiera enfrentando la posibilidad de  segmentar y sacrificar a su audiencia o lectores, que los evaluarán y juzgarán. Pero por intentar controlar a quienes así obraren, se golpea, una vez más, a los que son  independientes, obstaculizando tremendamente su trabajo de informar con eficiencia sobre todo aquello que sea posible acerca de la personalidad de los candidatos y ayudar a los electores a tomar su decisión.

Voceros del gobierno sostienen que se está exagerando en interpretaciones como esta, pero al existir esta ley en la práctica lo que habrá es un ente impositivo de lo que hay que decir. Y eso ya no es libertad de prensa ni de expresión. <