Recordar que Dios siempre ha deseado que todos lleguemos al arrepentimiento y que disfrutemos de su gracia y su perdón, que es la comunión perfecta con Él.  Aunque casi siempre la humanidad ha escogido el camino equivocado, pues se han inventado muchos dioses falsos que ocupan el primer lugar entre tantas celebraciones paganas y lo único que hacen es rechazar su voluntad y salvación.

El centro de la celebración de Navidad debe ser Jesucristo y entorno a Él la predicación de su Santo Evangelio que es vida en abundancia para quienes confiamos en sus promesas y esperamos su redención definitiva.

Jesús es nuestra esperanza y nuestra paz, por eso debemos recibirlo en nuestros corazones para que sea Él quien dirija y gobierne nuestras vidas, porque sólo así podremos encontrar el verdadero sentido de lo que somos y de lo que Dios quiere de nosotros, pues aunque todos somos llamados a compartir el Reino de Dios y su justicia,   también es cierto que pocos son escogidos, porque eso depende de la decisión y voluntad de cada persona, frente al gran dilema de seguir a Cristo o al mundo.

No podemos servir a dos señores, o somos de Dios o del mundo, por eso debemos reflexionar acerca de la más urgente necesidad de buscar al Dios verdadero y cortar a raíz todo aquello que nos separa de El, que es el pecado en todas sus manifestaciones. Sólo así podremos celebrar la auténtica navidad, que hace posible que el nacimiento de nuestro Salvador y su sacrificio en la cruz tenga el significado correcto, para que participemos también de su resurrección y gloria eterna.

Nunca olvidemos que sólo Dios hizo posible que tengamos salvación por medio de Jesucristo y que todos los cristianos tenemos que celebrar la navidad con gozo y con acción de gracias por esta nueva vida con El y para El; una nueva vida que también todos podemos alcanzar si disponemos nuestro corazón para recibirlo. Que esta navidad sea para todos el motivo para un encuentro definitivo con Nuestro Salvador Jesucristo. Amén