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La vida… más allá de los años
La vida… más allá de los años
Por: Eduardo Brito Mieles

Viernes 04 Noviembre 2011 | 00:00

Esta nota surge a propósito de una reunión social, conmemorativa de hechos inolvidables con antiguos amigos, como la alegría de llegar a 70 años de vida con salud, compartiendo la misma fe y los mismos ideales. Lo más hermoso de este feliz encuentro hasta el amanecer, fue declarar entre todos, la victoria espiritual alcanzada por saber dominar nuestras pasiones; dar ejemplo de ese dominio y seguir respetando a los demás, para ir adelante, vencer adversidades y triunfar. La lozanía física, que se ha perdido, es ahora poder moral, intelectual y cultural. Es la gracia mayor y poder influyente en lo familiar-social, para ser respetados aún más por quienes alardean riqueza material, no siempre de origen puro, o que reclaman para sí el poder de la juventud, sin meditar que eventualmente pueden también llegar a viejos.

 

Aquella noche y madrugada hablamos de la vida y gozamos del calor humano entre contemporáneos, con vidas paralelas del entorno social y habitual de nuestros años. Noche hermosa con la filosofía de la lealtad, el amor y el perdón. Del respeto interhumano que conservamos incólume a esta altura de la vida y razón fundamental de nuestra felicidad compartida. Hablamos también sobre la muerte, porque dos parejas de abuelos en un aparte lucían tristes y hablaban de la muerte en vecindad. Confesamos lo vivido y tratamos de hallar respuesta a si morir es perecer o quizá es otro comienzo vital transfigurado. Al final, ahuyentamos el miedo que a la muerte tenían esos abuelos, al saber que la muerte no es remedio ni apaga el fuego ardiente de vivir alegres y en paz y porque sobre la muerte física, que es inherente a la naturaleza humana, perdura y resplandece aquel fuego que nos permite seguir viviendo más allá de la materia. Queríamos que esos abuelos, armados de la fe, vuelen y se eleven espiritualmente a regiones infinitas, sin dejar de pisar firme en la tierra y sin hacer mimos a la muerte, porque los mimos son para la vida, en una especie de comedia con los signos vitales que cada ser humano va teniendo con los años. 
Llegado el amanecer del  nuevo día, nadie habló otra vez con miedo sobre la muerte, con altibajos de metafísica y nostalgia, en la reunión seguimos disfrutando solamente de la vida y la amistad, conscientes de la necesidad imperiosa de trabajar para vencer la incredulidad y el egoísmo de quienes aspiran a una vida larga y fecunda, pero que piensan y buscan solamente como objetivo, el poder económico, aunque tengan su manos y bolsillos contaminados y el alma vacía, sin Dios, sin ley ni amigos que puedan salvarlos.  
Que noche mi Dios! Qué madrugada tan bella y perdurable!. <
 
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