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El golpe de Estado
El golpe de Estado
Por: Iván Delgado Martínez
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Martes 26 Julio 2011 | 00:00

Los aciagos acontecimientos del 30 de septiembre del 2010 que algunos quieren olvidar, producto de la confabulación reaccionaria que fraguó y ejecutó el fallido golpe de Estado contra el gobierno legalmente constituido del presidente Correa, nos trae a la memoria las prácticas "puchistas" propias de esta América Latina y Caribe sísmica e inestable; así como también las tesis poco conocidas sobre la técnica del golpe de Estado, que tiene a su máximo exponente en Curzio Malaparte.


El pasado golpe de Estado en el Ecuador (30-S) mentalizado y probablemente financiado desde el imperio, con la anuencia de la oligarquía entreguista, cierta prensa sesgada y demás poderes fácticos llamados invisibles ahitos de sangre y de poder, tuvieron como brazo ejecutor a la Policía Nacional y fracciones minoritarias del ejército que, bajo reclamos absurdos e injustificados, intentaron dar al traste con el orden democráticamente constituido, para buscar frenar el proceso de cambio revolucionario en ciernes, que ciertamente lesiona conocidos intereses económicos, financieros, políticos, etc., que favorecen a los humillados y ofendidos de la patria. Los vergonzosos y lacerantes acontecimientos de aquel día, que para la oposición fueron generados por la temeridad del presidente, que se supieron en América y el mundo con la simultaneidad que permite la comunicación moderna, terminaron tipificados de burdo cuartelazo y golpe de Estado por la comunidad internacional y continental, mientras ciertos políticos descalificados y ciertos medios catalogados de corruptos, aplaudían socarronamente en medio del asombro ciudadano. Y luego, del fracasado golpe, pedían la amnistía para los sublevados sin importar el honor mancillado y los muertos que claman justicia.
Para que no se piense que "el Ecuador no es un país sino un paisaje con hermosa vista al mar” es necesario que no exista perdón y olvido para los que agazapados en sus cubiles atentaron contra la democracia e incitaron a cometer magnicidio; y que ¡prohibido olvidar! no sea una exclamación sin sentido o un simple eslogan, mientras los de siempre nos hacen tragar pesadas ruedas de molino y nos meten gato por liebre.
No a la impunidad y a la desmemoria colectiva que a veces es peor que el propio delito. No sancionar ejemplarizadoramente a los golpistas y a sus cómplices asesinos del 30 de Septiembre, significa dejar abierta la puerta para actos repudiables, como los del 30-S, que tiene autores intelectuales, cómplices y encubridores que mondo y lirondo impúdicamente se pasean por todo el país como si nada hubiese acontecido en este Ecuador de drama y paradoja. <

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