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Montaje
Los pingüinos de Papá

forme parte de la “fiebre del pingüino” que contagió al mundo hace unos cinco años, o quizás esa no sea su intención. Lo que sí se propone, qué duda cabe, es devolver a Jim Carrey al mundo de la comedia. Por eso es ligera y divertida, familiar y desenfadada. Y aunque no esté a la altura de "Ace Ventura" o un "Loco a Domicilio", cintas que transformaron a Carrey en un ícono generacional de los noventas, se deja ver mucho mejor que otras de su misma especie.

Domingo 24 Julio 2011 | 00:00

Si hay historias en las que los adolescentes crecen y se transforman en hombres, esta es la de un hombre que no ha terminado de crecer y tendrá que hacerlo a través de su convivencia con pingüinos. El Sr. Poper (Carrey) es un millonario neoyorquino que recorre las calles de Manhattan en limusina, haciendo crecer su fortuna con el negocio de bienes raíces. Como el estereotipo lo dicta, está separado de su mujer, alejado de sus hijos y resentido con su padre (una figura ausente en su infancia): es de éste último de quien hereda seis pingüinos que, como tenía que pasar, se convierten en sus compañeros de casa y en una especie de luz en el camino. La comedia de Carrey siempre fue física y encontró en su exageración la personalidad estética que lo hizo famoso.
Pero el tiempo no pasa en vano y se nota que si bien el actor no está caduco u oxidado, ya no puede permitirse las mismas acrobacias (sobre todo faciales) físicas que en el pasado lo llenaron de gloria. Dicho esto, queda claro que Carrey está en una lucha cuesta arriba en la que, lo dice esta película, hará todo lo que tenga que hacer para volver a la gloria. Personalmente me gustaría que vuelva a su lado oscuro, ese de donde sacó  "Hombre en la Luna" y "Eterno Resplandor" de una mente sin recuerdos, pero después de una historia de depresión crónica que lo tuvo yendo y viniendo de la pantalla de forma intermitente, lo más saludable es que se cure a través de la comedia a la que tanto le ha dado.

No hay nada nuevo en "Los Pingüinos de Papá", pero tampoco nada malo o inaceptable. El personaje de Carrey da la vuelta, se transforma en una buena persona o en lo más cercano a eso que su personalidad le permite. Sí, es una película de lecciones que ya nos sabemos.

Sí, es una película donde, una vez más, se usa el encanto de la naturaleza para comprender nociones básicas del comportamiento humano decente. Y sí, es buen momento, como un paréntesis antes de pasar a lo siguiente.  <

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