Junto a su mujer María Francisca García y a sus  5 pequeños hijos, Pedro Pablo  habita una humilde casa de madera y techo de zinc y plástico. Es un jornalero muy  popular en el sitio Rosario–Vainas porque come en cantidad impresionante. 

Pero lo que últimamente ha alarmado a sus vecinos es la supuesta disposición divina que le ha dado el Ángel Gabriel, de que junto a ocho personas más debe recorrer el mundo para anunciar a la humanidad entera de la existencia de un solo Dios, que todos debemos corregir nuestras vidas si deseamos salvarnos y  que con la ayuda de todos él tiene que construir una iglesia de 50 por 100 metros, en la que deberá colocar a todas las imágenes milagrosas.

Demera Herrera asegura que el tiempo se le está agotando para cumplir la disposición divina, por eso pide a los medios de comunicación y a la curia que le ayuden a multiplicar el mensaje. Mostrando un papel en sus manos el agricultor aseguró que el ángel le dictó lo que paso a paso debe hacer de inmediato, sin recibir ningún dinero a cambio. 

 

 supuesta orden.

El ángel Gabriel habría alertado a Pedro Pablo de que cuando cumpla la misión él deberá enfrentarse durante tres días y sus noches al demonio; que cuando haya vencido al mal, Jesús pondrá una cruz en la puerta del infierno para que ya no haya maldad; entonces a Cristo se le curarán las heridas que le causaron los clavos en sus manos.

Los habitantes de Rosario -Vainas que han escuchado de Pedro Pablo las supuestas disposiciones divinas tienen criterios de recelo, de aceptación y de no creer. Maribel Demera asegura que su primo  Pedro es un hombre sencillo y trabajador, dedicado a su familia y que nunca toma licor; por lo tanto está segura que no hay nadie detrás de él que lo esté manipulado o que intente buscar un beneficio personal. “muchos le dicen loco, pero yo no”, asegura Maribel. Pero Ángela Demera, también habitante de Rosario-Vainas y prima de Pedro, dice que lo que ella  encuentra en él es a ese hombre que le gusta comer bastante y que de vez en cuando cura a los niños que están ojeados.

Pero Pedro Pablo mostró seguridad cuando indicó a El Diario  ser un enviado de Dios; dice que desde los 17 años de edad empezó a soñar con la Virgen María y que cuando tenía 20 años vio cómo se abrieron dos puertas del cielo y de en medio de una brillante luz salió Jesucristo para visitarlo. Que Dios iba a destruir el mundo, pero ante las súplicas de la Virgen María nos ha dado una última oportunidad.