"Cualquiera menos Uruguay", decía el mejor futbolista de aquel Mundial. "Son duros, son jodidos los uruguayos", añadió, pese a que habían perdido por goleada en el encuentro anterior ante la selección danesa de Preben Elkjaer Larsen por 6-1.
Uruguay siempre ha sido un duro rival, durante muchos años el adversario a vencer y también el culpable de profundas amarguras argentinas, como en la final olímpica de Amsterdam 1928 y la final del Mundial de Uruguay 1930, ganadas por los celestes.
Tan duro es este duelo como lo demuestra la misma cantidad de títulos obtenidos en la Copa América (14), que ambos aspiran ahora a aumentar, y la de 13 victorias cada uno y 3 empates en los 29 partidos disputados entre ambas selecciones en esta competición desde 1916, ocasión en la que igualaron a cero.

 "barrios separados". Se dice que Montevideo y Buenos Aires son barrios separados por un río ancho y que une a estos países el respeto por sus historias en común: épicas, gloriosas y las dolorosas.
Pero a la hora señalada, cuando hay que ponerse las camisetas y el árbitro espera para pitar, el fútbol es la única actividad humana que las separa como si se tratara de ciudades de continentes distintos. Entre sus combinados nunca hubo amistosos y se presume que jamás los habrá.
Argentina ganó por 6-1 en la Copa América de 1955 y los uruguayos no descansaron hasta vencer por 5-0 en 1959. En el partido más reciente, los argentinos ganaron por 4-2 en Perú 2004 y los uruguayos creen que esta es la ocasión para sacarse esa espina.
Dentro del cuadro charrúa  hay quienes aseguran que rendirán un homenaje al 61° aniversario del “Maracanazo” -Uruguay le ganó a Brasil 2-1- repitiendo un logro similar mañana. <

A la Copa América  le falta un pulpo

La Copa América llega a los cuartos de final, a los partidos del todo o nada en los que se espera el espectáculo, en un momento en el que para que la fiesta sea completa hace falta un pulpo que pronostique los resultados. Paul, el del Sudáfrica, ya falleció. Hay quienes hablan de buscar un reemplazante.
El cefalópodo que llevaba una vida rutinaria y anodina en un acuario provinciano de la ciudad alemana de Oberhausen, saltó a la fama a la mitad del Mundial de Sudáfrica cuando alguien decidió que empezara a pronosticar los resultados de los encuentros del torneo. El sistema para vaticinar no era complejo. Se le ponían a tiro de tentáculo cebos de carne de mejillón dentro de unos recipientes adornados con las banderas de los países contendientes. El pulpo no sólo se acercaba al cubo de la selección que presumía iba a ganar, sino que, además, acertaba. Y vaticinó el triunfo de España, la selección campeona. <