Colombia es una selección de empaque. Liderado por Mario Yepes, que a sus 35 años, es un capitán con valor, un superviviente en el AC Milán, que ha llegado a una de sus últimos torneos grandes con la ilusión de un juvenil.

 

Colombia ahogó a Argentina. Nunca Leo Messi estuvo cómodo. Siempre salió a la contra con rapidez el equipo cafetero, al que sólo le faltó definición. Se encontró con Romero, el salvador argentino en la portería, con varias intervenciones espectaculares. Y también, con un fallo clamoroso de Dayro Moreno, que seguro recordará esta noche con enfado, pues sólo, con toda la portería para él, mandó una pelota fuera ante el asombro de todo el estadio.

 

Colombia perdonó. Mereció más. Se le escapó una victoria. Se llevó un empate que irritó al público argentino, que despidió a su gente con una bronca para el recuerdo. Colombia puso en el escaparate a dos laterales con recorrido.

 

Los dos interesantes. En un mundo donde se pagan fortunas por encontrar una demarcación que no abunda en el mercado, Camilo Zúñiga, en un costado, y Pablo Armero, en el lado izquierdo, demostraron potencia y solidez. Contundencia y velocidad en sus bandas que la convirtieron en pasillos de seguridad envidiables.

 

Pablo Armero milita en el Udinese, en Italia, el club de moda. El vivero donde acuden todos aquellos futbolistas emergentes que luego saltan a la fama. Comenzando por Alexis Sánchez. Camilo Zúñiga, por su parte, juega en el Nápoles, donde este año también ha brillado el fútbol latino con la presencia de Lavezzi y Cavani.

 

Armero y Zúñiga. Zúñiga y Armero. No ocuparán portadas de los periódicos, pero los dos han demostrado ya con un buen inicio en la Copa América, que van a revalorizarse en el mercado. Colombia, de momento, funciona.