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Responsabilidad en el volante
Responsabilidad en el volante
Por: Isaac Avellán Cedeño

Jueves 07 Julio 2011 | 00:00

Escribo esta crónica, bajo un sentimiento de congoja y solidaridad, con todos aquellos que han perdido uno o más seres queridos en los funestos accidentes de tránsitos, ocurridos en los últimos seis meses en Manabí… sobre todo el del “lunes fatídico”, que ya suman tres en los últimos dos meses, en la que están involucrados niños y adolescentes manabitas.

Hace seis meses, en la triste madrugada del 24 de diciembre del 2010, un trágico accidente conmovió las fibras más íntimas de los ecuatorianos, enlutando a toda una provincia, dando la vuelta al mundo y afligiendo a cientos de familias en el país, incluido al mismo Presidente de la República. En San Isidro, la cena de noche buena se tornó amarga y sin sabor para gran parte de sus habitantes, la misma que sirvió para dar de comer a los miles de deudos que asistían, irónicamente, al más grande funeral que recuerde la historia de la parroquia manabita.
Este lunes 27 de junio, me había levantado con una oración al Omnipotente, pidiéndole que nada malo ocurriera en nuestras vidas… pero en la era del Señor todo tiene un designio o su momento: tiempo de siembra y tiempo de siega, tiempo de paz y tiempo de guerra, tiempo de vida y tiempo de muerte… Hoy en Manabí, estamos en la penosa realidad de ver morir a nuestra gente, por causas que pueden evitarse, pero es mayor el desafuero y el desdén con que transportan nuestros “choferes profesionales”, que el afán de conducir con mesura y responsabilidad. Tres accidentes en dos meses de una misma cooperativa es cuestión de la más burda irresponsabilidad compartida, entre conductores y autoridades de tránsito.    
El iluminado Buda decía en sus exhortaciones: “La fuente de todo dolor es la ignorancia”, y el resultado de ese retraso mental, es caldo de cultivo para el sufrimiento humano. La falta de cordura y sensatez en nuestras acciones cotidianas, son las causas del desastre de nuestra vida.
Cuando ocurren estos tipos de accidentes de tránsito, que en Manabí parecen no tener fin, el dolor social irrumpe como un perro rabioso, envolviendo a toda una comunidad de seres humanos que están vinculados afectivamente con las víctimas. 
Las series de accidentes fatídicos que han conmovido a nuestra provincia, por causa de la irresponsabilidad en el volante, quizás por ganarse unos cuantos centavos más, y que pudieron evitarse, han provocado hondas cicatrices emocionales a toda la sociedad manabita, que ha visto morir gente valiosa por causa de la imprudencia e inconsciencia…¿Hasta cuándo señores del volante?<
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